20 febrero, 2008

Adiós comandante.


Le ha costado decidirse. Muchos años. Supongo que será porque es de ese tipo de personas que piensan que una vez jubilados dejan de ser útiles para convertirse en hombres trasto inutiles que amotonar en las esquinas, sin que nada ni nadie les haga caso. Y por esa obsesión no se dan cuenta que hace ya mucho tiempo, que aún sin estar jubilados, han dejado de ser útiles y ya son un estorbo. Pero un estorbo, no de los que pasan desapercibidos, sino de los que siguen estando a la orden del día. Se escusan y resplandan en el fanatismo de terceros, que sin pensar detenidamente hacia donde van, lo ven como modelo a seguir. El típico "yo de mayor quiero ser como tú". El "sigue así, no cambies nunca". O igual no, simplemente intuye la guadaña cerca.

Y por fín lo ha hecho. 49 años han pasado desde que se echara al monte, allá por Sierra Maestra. 49 años de vergonzosa dictadura interna y de vergonzoso acoso y derribo por parte de su vecino de arriba. Se jubila. Lo ha dicho y ya no puede echarse atrás.

Lo deja todo atado y bien atado, o al menos eso es lo que cree. Ha buscado sangre joven. Joven y de su sangre. Su casi octogenario hermano lleva ya un año en prácticas y le ha llegado el momento de hacerse cargo definitivamente del negocio familiar.

Esperemos que se equivoque y este sea el principio del fin de una cuba sin libertades. Y que los yankis no empiecen a meter sus zarpas en la isla.

Ya se verá. De momento, adiós comandante.


Orishas - A lo cubano

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