

El malo, que estaba casado con dos a la vez, tras engañar a sus mujeres haciendolas creer que era bueno y amordazarlas y atarlas se ha dispuesto a tirarlas al mar cuando ha llegado el viejo detective bueno y se ha producido un intercambio de disparos. El malo malísimo ha resultado herido y el bueno, con dos disparos en el pecho, parece que muerto. Y entonces ha salido una chica muy mona con los rizos perfectos y nos ha querido vender un lavavajillas de última generación mientras comentaba que las durezas y los callos se habían acabado.
Que finales más raros tienen estas películas de sobremesa.


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