13 septiembre, 2009

El negro y el jabón


Se hacía tarde. Nos habíamos propuesto madrugar y ese era el punto de no retorno. La música sonaba de fondo. Violin, guitarra y flauta. Algunos borrachos y borrachas a nuestro alrededor dando el espectáculo.

Apuramos la última pinta y abandonamos la mesa esquinera en la que habíamos pasado las últimas horas. La noche había salido redonda. Buen comer y mejor beber. Era el momento de darla por finalizada y volver al cubil en el que nos alojabamos.

Como no podia ser de otra forma y antes de ponernos en camino tocaba visita al excusado. Ese fue nuestro error.

Subimos los dos tramos de escalera a la velocidad que requería la extrema situación de la vejiga y nos dimos con la realidad de bruces. Lo último que hubiera imaginado encontrarme en el labavo era a un negro de dos metros por dos metros uniformado y con un cestito de jabones y papel.

En esos momentos no sabes si darte la vuelta y correr escaleras abajo como alma que lleva el diablo o actuar con normalidad y seguir con tus cositas. No resulta fácil echar una meada con un armario empotrado a tus espaldas, creedme. Pero haces de tripas corazón, acabas como puedes, dejas que el negro te de jabón, papel y por culo si fuera menester y propina mediante y con un escueto "thank you" sales sin mirar atrás.

Una vez en la calle y cuando el fresco te da en la cara piensas si lo has soñado, porque ¿puede haber trabajo más denigrante que asistente de retrete?. En ese momento se te cae el alma al suelo y la noche termina por joderse.



Lantana - Frágil

1 comentario:

Laura dijo...

Debe estar en la lista de los 10 peores, desde luego.

A mí en el aeropuerto de París, no me dejaban hace pipi por que no tenía monedas, me cagué en su padre por que en el retrete no pude ;)