29 diciembre, 2009

Historia de una odisea (II)

Con puntualidad más propia de britanicos que te hispánicos el tren comenzó a andar. Más vacio de lo que esperaba tratándose de un día 24 aunque fuese temprano. 

No sería la única sorpresa. Unos pequeños charcos de agua en el suelo me hicieron percatarme que en el techo del vagón había goteras. No le di más importancia de la que tenía y seguí paseando por el Congreso.

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