23 marzo, 2010

De costumbres adquiridas

Viniendo de vuelta para casa he caido en la cuenta. Mirara hacia donde mirara veía gente con las orejas atascadas por unos auriculares. Y me ha dado por pensar.

Es curioso como hace no tantos años no solo era raro ver a alguien por la calle con su walkman y sus enormes orejeras sino que además se les tachaba de imbeciles. Mira el imbecil aquel decían las señoras y los abueletes. Y ahora son esas mismas señoras y abueletes los que no se desprenden de su reproductor portatil y sus discretos auriculares. En la calle, en el mercado, en el autobús, sentados en un banco del parque.

Otro tanto ha sucedido con los teléfonos móviles. Ver hace unos años, cuando parecían más walkie talkies que telefonos portátiles y no estaba extendido el poder hablar desde el retrete con otra persona al otro lado del mundo en otro retrete, a alguien hablando por teléfono en la calle causaba la misma reacción antes descrita. Y esos mismos que decían Que coño se ha creido aquel dando gritos hoy hacen otro tanto, manos libres incluidos.

En estos pensamientos estaba cuando he visto como una madre acercaba a su tierna niñita a un árbol para que miccionara contra el. Yhe caido en la cuenta que no es la primera vez que asisto espectaculos similares con diferentes protagonistas.

Me da miedo pensar que la siguiente costumbre que se adquiera con el tiempo como aceptada socialmente sea sacarse la chorra contra un árbol y dejar la rúbrica con una meada de campeonato. Sólo el tiempo lo dirá.

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