06 marzo, 2010

De la imbecilidad humana


Dicen que el ser humano es imbecil por naturaleza. No podría estar más de acuerdo, Yo defiendo que es un milagro que no se haya extinguido ya. Para apoyar esta teoría me sustento en un hecho que pasó el otro día.

Ibamos camino del partido de baloncesto. Siendo sinceros un pelín tarde y con prisa. La puñetera  doble fila tuvo la culpa. En un momento del camino el cambio de carril se hizo dificil. De todos es sabido que la ideosincrasia sevillana obliga a, no ya no ceder el paso al semejante, sino a acelerarlo en caso de ver peligrar tu ventaja.

Hasta ahí se acepta. Pero tienes que  tener en cuenta que donde las dan las toman y puede darse el caso, que se produjo, de que las posiciones se intercambien y ahora seas tu el que te encuentras en la situación de bloqueo por doble fila.


Cualquier  ser medio inteligente, un mono por ejemplo, sería comedido y esperaría a poder cambiar de carril sin poner en peligro a sus semejantes. En este caso el interfecto se creía en el derecho absoluto.

Se podría pensar que se trataba de un niñato descerebrado de los muchos que pueblan estos caminos del señor, pero en este caso se trataba de un señor, hecho y derecho, con la cabeza ya pelada por el paso de los años y las gafas de culo de vaso signo de una vida plena vivida.

Si los hechos se limitaran a los hechos aquí relatados se podría pensar que era fruto de la tensión del momento y a la medio subnormalidad del individuo. Cuando se le añaden insultos por parte del interfecto e invitaciones a parar el coche, con tres personas adultas en su interior (que eramos los que ibamos) y con un resultado de baja por invalidez (física, porque la mental ya la traía de casa) en el caso de habernos parado llego a la conclusión anteriormente expuesta de que la raza humana sobrevive por puro milagro.

Y porque todavía quedamos gente sentata. Pocos, pero quedamos.

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