El progreso
Hubo un tiempo en que allí sólo había una plaza.
Y en aquella plaza un árbol. Grande y frondoso.
A su sombra había un banco. De los de antes, de madera.
Sentado en él, con la mirada perdida en el horizonte y el gesto serio, un viejo lanzaba migas de pan a una paloma que saltaba y picoteaba de miga en miga.
Eran tiempos felices.
Luego vino el progreso y lo jodió todo.
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