29 abril, 2011

Siempre tiene que haber un imbécil


Si cuando digo que estoy rodeado de imbéciles. Esta visto que no es suficiente con tenerle a uno jodido hasta las siete de la tarde un viernes que tienes que cruzarte con un imbécil en el camino de vuelta a casa.

Media hora de caminata se haría insufrible si no estuviera amenizada con eso que unos llaman ruido y otros música. Y como no soy quien para hacer que otros escuchen lo que no han elegido escuchar voy con mis auriculares puestos y pensando en mis trivialidades sin molestar a nadie.

Cuando lo he visto pasar en sentido contrario al mio he pensado "Anda que curioso, esto no lo había visto nunca". Y es que nunca había visto un monopatín casero a motor. Hasta ese momento he pensado que era hasta ingenioso. Y ahí se tenía que haber quedado la anécdota del día. Pero claro, eso no es posible se como digo se vive rodeado de imbéciles.

Cien metros más allá y vete tu a saber por que cojones y como, de repente me lo encuentro justo detrás mía en el inicio de un acerado compartido por ciclistas y peatones. Yo que iba sordo con mis auriculares y pensando en mis cosas me he llevado un susto y milagrosamente me he podido apartar lo suficiente para no ser envestido.

Al quitarme uno de los auriculares y mirar me veo al ingenioso de antes convertido en subnormal diciéndome Cuidado, cuidado y señalándose una oreja en referencia a mis auriculares. Como uno a esas horas ya está medio acarajotado (sigo sin llevar bien el tener que pringar los viernes tarde) me he quedado callado y le he dejado pasar, creo que no le he pedido desculpas de milagro.

El resto el camino hasta casa me ha dado por pensar en el incidente y he terminado por encabronarme. Independientemente de que yo iba distraído, estaba tranquilamente en mi acera y este subnormal no debía de estar circulando con semejante cacharro, con motor, por el mismo sitio que yo. ¿Y si no me llego a poder apartar a tiempo?¡Será hijo de puta!

Si os lo encontráis casualmente por alguna calle de Sevilla partidle la boca por mí, que he sido tonto y he dejado pasar mi oportunidad. O metedle el patinete por el orto, motorcito incluido.

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