07 junio, 2011

La historia es mía y me la follo cuando quiero.


Corrían todavía los años de los perros atados con longaniza cuando Pepe I de Botella empeñado en pasar a la historia como el gran estadísta que creía ser decidió que no había mejor manera que escribirla el mismo. Pero como andaba bastante liadillo buscando armas de destrucción masiva y poniendo los pies encima de mesas en ranchos tejanos rebuscó en los bolsillos del estado y sacó 6 millones y medio de euros en calderilla y encargó a la Real Academia de la Historia que la escribieran ellos y ya de paso metieran a otros ilustres prohombres (y promujeres) como los Reyes Católicos, Franco o Escribá de Balaguer.

Y así un grupo de historiadores de élite y con morriña de tiempos mejores se pusieron a la faena y se repartieron el trabajo por la regla del tu escribe sobre este al que quieres tanto que yo escribo sobre este otro que me hace el culo pepsicola. Y así comenzó lo que ahora se denomina el Diccionario Biográfico Español.

Pasaron los años. A Pepe I de Botella lo derrocaron los enemigos de España comandados por el comandante en jefe ZParo, como se ha podido leer ahora en dicho diccionario, y estos más ocupados en casar maricones y ocultar la crisis y hundir la patria, que dirían los historiadores de bien, se olvidaron del diccionario hasta el día de hoy que los primeros tomos han visto la luz cual parto de Damian en la profecía.

Y se ha montado el follón claro. Gracias al diccionario nos hemos enterado que Franco ni dictador ni totalitario ni leches. La guerra civil ni guerra ni pollas. La república ni democracía ni pepinos con e.coli. Resulta que desde el año 36 España ha sido el país de la piruleta y la gominola y al que diga lo contrario miente como un vellaco (parafraseando a ZP).

Preguntados a los responsables de la Real Academia se lavan las manos como Pilatos y dicen que cada autor era libre de escribir lo que le saliera de la cebolleta que para eso son los expertos. Y si estos no saben diferencias hechos de opiniones pues aquí me las traigan todas, ajo y agua, y al que le pique que se la arrasque.

Y así nos hemos quedado, con cara de tonto, cerca de 7 millones menos de euros en los bolsillos de todos los españoles y una hagiografía del franquismo monísima y encuadernada en piel (también disponible en formato digital).

Por cierto, Pepe I de Botella ha quedado reflejado como el gran estadísta que cree ser. No podía ser de otra forma.

1 comentario:

Jimmy Dix dijo...

Lo triste es que el director de la Academia ha dicho que no se esperaban que se produjera esta polémica.

Una de dos: o es un cínico, o es un gilipollas.

O las dos cosas.