Desde el secuestro de aquel ejemplar de la revista El Jueves, que por ahí andará la mía en algún cajón, en la que salía el príncipe zumbando cual abejita en celo con su señora esposa la Leticia, que diría el pueblo llano. Que me imagino yo que lo que escoció no fue el que insinuaran que la pareja folle visto la prole de nietos reales sino que insinuaran que el príncipe trabaja o que no trabaja, vaya usted a saber.
Y yo que quieren que les diga, a mi que me llamen hijo de puta sin serlo pues me la trae un poco floja la verdad. Otra cosa es que lo fuera, entonces ya me jodería más. Que ya se sabe que no hay cosa que más ofenda en esta vida que le digan a uno a la cara cuatro verdades. A la cara o con música, que coño.
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