El miércoles cometí la torpeza de ir al cine. La película elegida fue El hobbit: La desolación de Smaug.
Después de más de dos horas y media de lo que es la segunda parte de la trilogía mi resumen de la experiencia es el siguiente:
"Y entonces Peter Jackson cogió un ejemplar de la novela, se bajó los pantalones delante de su equipo de guionistas y comenzó a refrotarse la entrepierna con el libro mientras gritaba como un poseso: ¡Tormenta de ideas! ¡Tormenta de ideas! ¡Ja,ja,ja!"
1 comentario:
Por desgracia, en muchas partes de la película me imaginé algo tan grotesco como eso...
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