22 junio, 2008

Hacia el martillo de los herejes

Dicen que allá por el siglo XVI siendo Inquisidor General de España Don Fernando Valdés, cardenal arzobispo de Sevilla, en el margen del Guadalquivir, junto al arrabal de Triana, estaba el Castillo de San Jorge, que fue edificado sobre los restos de una antigua fortaleza árabe, y que contaba con 26 cárceles secretas, las cuales eran calificadas por el mismísimo Santo Oficio en el S. XVII como "antros de horror, hediondez y soledad".

Estas estaban orientadas al Altozano, a la calle San Jorge y a la calle Castilla. Dentro del castillo se encontraba también la Iglesia de San Jorge, primitiva parroquia de Triana. La Inquisición estuvo establecida en el castillo desde 1481 a 1785, comenzando las actuaciones desde este en 1482 y utilizando para realizar sus autos de fe, primero las gradas de la Catedral, y más tarde en la Plaza de San Francisco, aunque la mayoría tuvieron lugar en la iglesia de Santa Ana, además de la de San Marcos y en el convento de San Pablo.


Y cuentan que hoy todavía, en el llamado callejón de la Inquisición,se pueden escuchar, al amparo de las oscuridad y el silencio de la noche, el arrastrar de cadenas y los lamentos de los allí torturados por el "bien de la fe católica".






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