

Seguía con los ojos cerrados. Por mi mente pasaron mis últimos meses como flashes. La emotiva despedida de los mios, las largas caminatas por el desierto, el hacinamiento en las traseras de aquellos destartalados camiones como si fueramos ganado, la nerviosa espera en la playa mientras el cayuco llegaba, la entrega de lo acordado, el nuevo hacinamiento en el cayuco, el mal tiempo, los días, los compañeros que se quedaron en el camino, el hambre, la sed, el miedo a morir, el naufragio,...
De repente un grito. Abrí los ojos de nuevo. Intenté levantarme. No pude. Todo estaba perdido. ¡Alto a la Guardia Civil!


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