21 noviembre, 2009

34 años sin extraordinaria placidez



Parafraseando al representante "democrático"  en Europa Oreja Grande y contando desde que le retiraron la última sonda -no se sabe si anal o nasal- al enanito de la voz de pito y unitesticular, del que se cumplían ayer 34 otoños.

Parece que fue ayer cuando un compungido Arias Navarro salía moquero en mano en la única televisión que había en la época y comunicaba, como si de su mismo padre se tratara, que el caudillo de todos los españoles había fallecido. Dios, que tuvo la gracia -chistoso que era el jodío- de hacerle Generalisimo, decidió que aquel era buen momento para llevarlo ante su presencia y suponemos premiarlo con una estancia a gastos pagados para toda la eternidad en su núcleo residencial de lujo llamado "El Cielo".

Como no pudo llevarse su cuerpo, que parece que en aerolíneas celestiales no permiten equipaje, decidió dejarlo en el cada vez más caido Valle de los Caidos para que todos los años millones y millones de fieles acudan en peregrinaje, bandera rojigualda en mano y camisa azul en pecho, a rendirle su profundo y sentido amor en tan fecha señalada como es San Felix, Octaviano y otros santos más si consultamos la Santopedia (Santa Benigna -otro chiste malo del altísimo- según la Wikipedia).

Yo por mi parte no pude ir. No estaba en Madrid -lo que es lógico no viviendo allí-, me pilló de cañas, no me gustan las multitudes y lo que es más importante, dudo que me hubieran dejado profanar la tumba para echarle sal  y quemar los huesos para acabar con la maldición.

Quizá el año que viene.


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