Siempre destaqué en el colegio. Desde el primer día en que me perdí en el patio tras el recreo hasta el día que salí de allí con más sobresalientes que los acantilados de moher.
No necesitaba esforzarme. Por poco que hiciera los demás hacian menos que yo. Me labré una fama de empollón inmerecida que me perseguiría hasta el final de mis dias de estudiante colegial.
Siempre fui muy introvertido y cagueta (aunque nunca me faltaron los amigos) y por ello era blanco de los matones de turno. Matones que años más tarde te encuentras y saludas como si nada de aquello hubiera pasado. El mobbing escolar no es cosa moderna.
Pero yo prefiero quedarme con las cosas buenas y curiosas. Buenas como jugat a las bolas en el patio y nada más curioso que aquel día que llovía en todos sitios menos en el campo de fútbol. SIaquello se podía llamar campo de futbol.
No fueron tan malos tiempos.
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