04 enero, 2010

Fenomenos para anormales



Está bien, lo confieso. Yo también he sido victima de un suceso de los denominados para anormales. Nunca lo he contado por miedo a ser tratado de loco o aún peor, de milenario.

Han pasado ya, si la memoria no me falla, cinco años. Yo por aquel entonces todavía vivía por El Cerezo en el plató de Cuéntame.

Era Sábado. No recuerdo la hora que sería pero de lo que si estoy seguro es que era ya entrada la noche. Yo dormía placidamente y estaría soñando con alguna guarrada como siempre cuando de repente el timbre de la puerta me despertó.

En esass situaciones yo suelo levantarme sobresaltado y con el corazón saliendoseme del pecho. Pero en esa ocasión el desasosiego era mayor de lo normal.

Recorrí los ¿15? metros que me separaban de la puerta encendiendo todas las luces posibles. La del cuarto, la del pasillo, la del salón.

Miré por la mirilla y observé que alguien (o algo) estaba sentado en las escaleras. Pensé que sería mi compañero de piso. Había erdido sus llaves en el hueco del ascensor y ya me había despertado esa mañana  para que le abriera.

No  recuerdo si llevaba las llaves encima o tuve que ir a por ellas al cuarto, pero lo cierto es que cuando abrí la puerta allí no había nadie.

Hoy todavía me pregunto quien o que tocó aquella noche en mi puerta y por que motivo. Lo único de lo que estoy seguro es que allí había alguien.

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