03 febrero, 2010

Autobiografia breve. La playa.


Siendo de secano (acostumbrado a bañarme con un cubo, si eramos pobres y no teníamos agua caliente, ¡que pasa!) y como no hubo piscina municipal (y mucho menos particular) hasta hace relativamente poco tiempo aprendi a nadar (o a mantenerme a flote y patalear, según se mire) tardíamente.

Antes de tan magno suceso (cuanto  echo de menos a mi torguguita de corcho), en una de mis pocas visitas a la playa, sucedió un hecho que marcaría un antes y un después en mi vida marina.

Imaginaos a un niño tonto como yo dandole patadas a una pelota de plástico en dirección al mar y viendo como volvía una y otra vez traida por las olas. Como bien supondreis tras una de esas patadas la pelota en lugar de volver se iba alejando poco a poco de la orilla.

No se si por aquella época ya existian los vigilantes de la playa o yo fui el precursor pero allí que me adentré en las aguas en busca de la pelota y si no me ahogé fue porque la providencia no lo quiso y mi tio estuvo agil y atento y me sacó a tiempo del agua.

Aquello me marcó y desde entonces cuando voy a la playa... no le doy patadas a las pelotas de plástico.

1 comentario:

Laura dijo...

Pobre fraggel, tan indefenso...
En esos mares bravos...
Vente al mar menor, aquí no te ahogas ni queriendo ;)