02 junio, 2010

Damnâtiô (XXV)

Lo repasó varias veces. De principio a fin. Repetía el contenido para intentar descubrir donde estaba la clave. Nombres, fechas, condenas. No le decían nada. Todo eso le sonaba a Alberto a chino.


La desesperación se apoderaba de él. No encontraba nada que justificara un asesinato. ¿Qué encontraste Salvatore?, se preguntaba en voz alta. ¿Qué?


Y entonces lo vio claro. ¿Cómo no se había dado cuenta antes? Siempre estuvo allí. Ese nombre y esa fecha no podían ser ciertas y de serlo cambiaba la historia de la literatura.


Lanzó un grito de satisfacción en el mismo momento en que dos desconocidos entraban en el despacho con cara de no muy buenos amigos.

(Continuará...)

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