23 septiembre, 2010

El último trabajo. Cuatro.

4

Cuando volvió en si la oscuridad continuaba. Sin duda llevaba una capucha puesta y el dolor de cabeza no dejaba dudas de que le habían golpeado con saña en aquella esquina. Se hubiera tocado el sin duda enorme chichón si no hubiera tenido las manos atadas a la espalda, con una dura silla metálica entre ellas y su cuerpo.


Intentó zafarse de sus ataduras pero resultó completamente inútil. Estaban apretadas a conciencia y si se traqueteara más en aquella silla terminaría dando con sus huesos en el suelo. ¿En que lío se había metido? ¿Habría sido aquella mujer la que lo tenía atado dios sabe donde? Definitivamente aquella ciudad se había vuelto más peligrosa.


- Parece que el angelito se ha despertado de su siesta.


La voz, ante lo que podría parecer a primera vista, no le resultaba desconocida Aunque seguía algo aturdido por el golpe y los vanos intentos de fuga estaba seguro de que aquella voz grave y algo gangosa le era familiar.


- Avisa al jefe, recuerda que dijo que en cuanto volviera en sí le avisáramos.


Esta segunda voz le confirmaba en su cabeza que se encontraba ante gente conocida.. Sin duda aquella vocecilla atiplada era la de Jiménez. Jiménez era el chofer del presidente de su compañía. Habían coincidido muchas veces en la cafetería de las oficinas centrales cuando se había tenido que personar en ellas para solucionar algún papeleo.


Sin duda el otro matón debía de ser Fermín, el guardaespaldas personal de don Leandro. Un tipo que con su apariencia de neandertal conseguía que la gente se cambiase de acera al cruzarse con el por la calle. Neonazi en su tierna juventud contaba con un expediente policial que llenaba un armario el solito.


Las cosas empezaban a aclararse en su mente. Aquel asunto laboral que le había traído de cabeza las últimas semanas y que sin duda era motivo de despido iría más lejos que a la cola del INEM. Se rumoreaba que don Leandro era muy suyo en sus negocios y que cualquier deslealtad se pagaba. Parecía que esos rumores los iba a sufrir en primera persona y con la simple idea de no salir de allí, donde quiera que estuviera, se le hizo un nudo en la garganta.

Continuará...

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