Sacar de allí los papeles no iba a ser muy complicado. Nadie a excepción del terceto estaba en el momento del descubrimiento, o así les pareció al menos.
Sólo tenían que obviar el contenido de la habitación cuando realizaran el informe pertinente destinado a la empresa y la administración y sacar los documentos camuflados entre el resto del papeleo diario de la obra.
Así lo hicieron y esa misma noche Salvatore tenía los legajos bajo su flexo y su mirada curiosa e inquisitorial, muy adecuada para lo que tenía entre manos.
Había quedado en estudiarlos de inmediato y llamarlos en cuanto supiera la magnitud de lo descubierto y trazar un plan de actuación adecuado. Pensaban que si sabían jugar bien sus cartas podían pasar a la historia. Por no hablar de los beneficios económicos.
(Continuará...)
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