Al tiempo que apagaban sus linternas contuvieron la respiración. Alberto y Elena se miraban el uno al otro con cara de pánico. Aunque no se atrevían a decir nada se notaba que por sus mentes les pasaba la misma idea. Esto es el fin, pronto nos reuniremos con Salvtore.
A Alberto se le pasó por unos instantes intentar huir por la ventana, pero inmediatamente descartó la idea. Nunca le gustaron las alturas y la caída desde aquel ático no era moco de pavo.
Así estuvieron durante cinco minutos. Los ruidos cesaron y la calma inundó el apartamento. Falsa alarma pensaron y aun con temblor en las piernas se dirigieron a registrar el salón, que por otro lado era la habitación que les quedaba.
Registrada la estantería libro por libro y la desordenada mesa del escritorio abrieron el único cajón de la misma y nada. Ni rastro de dâmnatiô, pero un momento, ¿por qué el cajón es tan alto y sin embargo parece tan pequeño?- exclamó Elena.
(Continuará...)
3 comentarios:
Antonio , amigo, eres un crack. El dia que juntes los relatos de algun proyecto, que lo harás. Quiero el primer ejemplar firmado.
Me suena lo del tipo que llega a tiro hecho al japones? o ha sido cosa mia?
Je,je,je. Gracias Jose, dalo por hecho.
¿Lo del japo? El mundo está lleno de casualidades ;-)
Yo no quiero meter prisa, pero hace varios días que no se publica nada. ¡¡¡Quiero más!!!
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