28 mayo, 2010

Damnâtiô (XXII)

La suerte no estaba de su parte. El ascensor llevaba meses fuerad de servicio así que tuvo que subir los cuatro pisos hasta él ático. Llegó resoplando hasta la puerta. Ya no estaba para esos trotes se dijo.


Dentro ya entraba la claridad del día por el balcón abierto. A simple vista todo parecía ordenado. Salvo por la mancha de sangre de la bañera y la pintada del espejo nadie diría que allí se había cometido un crimen.


Dâmnatiô, musitó para sí el comisario. ¿Que cojones querrá decir?. Estaba a punto de salir cuando se dio cuenta que el cajón del escritorio estaba abierto. Vacío.


Dio por supuesto que sus chicos no habían cometido la torpeza de dejarlo así tras la primera inspección y sólo tuvo que sumar dos y dos y añadirle la muerta que en esos momentos recogían los forenses de las escaleras.

(Continuará...)

No hay comentarios: